Heme aquí, preso de uno
de esos libros escritos de cualquier manera y con las ideas revueltas, como si
el autor hubiese deseado hurgar en su cabeza y en medio de todas las cajas
llenas de recuerdos se hubiera dejado llevar por el paroxismo de la melancolía,
encontrándose frente a frente con su
inmensa complejidad. En medio de las paginas sueltas he quedado atrapado y no
he tenido más remedio que dedicarme a contemplar la belleza de la luz de la
tarde que entrando tenue a través de los ojos resalta los colores cálidos de
las historias de lontananza, todo lo oído, todo lo olido, todo lo visto reunido
en un solo cuarto cerrado apenas por una boca que solo comparte su tesoro
cuando sonríe de manera desprevenida.
No lo puedo negar, me
he sentido extasiado, excitado! La maquinaria vieja de mi cerebro ha empezado a
moverse de nuevo y en medio de este día a día que me había acallado he
encontrado palabras remendadas que de seguro de algo han de servir, en medio de
las miles de llamadas que hacen en mi trabajo he encontrado espacio para zurcir
unas con otras y fabricarme un globo, quizá necesite más que 80 días para darle
la vuelta al mundo (a mi mundo), pero mientras tenga recuerdos y cosas por
descubrir con las que pueda echar a andar este aparato al que llamo vida, puedo
estar seguro que no me faltaran historias para contar ni besos para dar.
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