Aquí sentado en medio de
esta habitación (debo decir que preferí quedarme con el cuarto atiborrado de
papeles que con la biblioteca pública y es que después de todo es mas fácil
encontrar algo emocionante que leer!!) decidí tomar algún recuerdo al azar, uno
medio mío y medio de todo el mundo, como las figuras de armo todo, las crayolas
o el ponquecito ramo en las onces de los primeros años de colegio y ni hablar
de la pony malta y de esa manera fui a dar a mi primaria con mañanas de sol
resplandeciente, amplios patios de juego y maestras con caras bruscas que
parecían enseñar mas por el placer del poder que por una real vocación,
cuadernos de hojas amarillas y con un par de grapas que “sostenían” las hojas y
digo sostenían por que solo era necesario arrancar una hoja y esperar a que la
grapa se desajustara y en pocos días tener una colección de hojas con
información que con el paso de los días seria un rompecabezas y muy seguramente
sería remplazado por un cuaderno nuevo y un regaño; “porque a los cuadernos no
se les deben arrancar las hojas”, eso decía todo el mundo cuando era pequeño.
Ahora los cuadernos son una moda innecesaria y pasare a explicar el porque,
primero, en los colegios ahora no enseñan nada, por ende no es necesario tomar
apuntes, por otro lado hay mil instrumentos tecnológicos que sirven en caso de
que el estudiante considere que la información es importante (desde un portátil
hasta el celular si es que el tema no amerita prender el computador), los
dichosos cuadernos que aun son solicitados por las directivas de los planteles
escolares y quienes parecen no entender lo antiecológico y pasado de moda de
dicha practica, tienen ahora más cara de paquete de esquelas para cartas de
amor o de tira de stickers que de cuadernos como tal, tiempos aquellos en los
que lo mas “play” era la pasta amarilla que decía norma, y en la cual de la
manera más elegante se consignaban en letras de oro (de oro? Los más
despistados con tinta azul que siempre y léase SIEMPRE ha sido un tanto
ordinaria y léase ORDINARIA) nombre y curso del propietario de dicho papiro
lleno de conocimiento. Líneas grises adornaban dicho artilugio dándole
sobriedad y un tanto el ambiente retro gueto nazi requerido por la educación,
sumado a eso las hermosas caligrafías que apenas se estaban desarrollando con
tintas excesivamente brillantes y lapiceros tan inseguros que el solo hecho de
llevarlos traía implícito el riesgo de mancharse hasta las medias en caso de
que por accidente se destapara o peor aun rompiera por algún accidente causado
por los inocentes juegos infantiles; darse a maletasos o tirar las maletas tan
alto como fuera posible, esa inconciencia juvenil causada por el exceso de
candor y energía, la misma que permitía no tomarse todas las onces y dejarlas a
medio tapar y luego jugar a ser un helicóptero y convertirse en una maquina
centrifugadora de cuadernos, lápices, jugo, chitos y saco del colegio, para
luego caer al piso dar un par de vueltas mas y convertirse en tan solo un
despojo de lo que la madre o el padre (en estos días la nana) entrego al
colegio: un niño bien peinado, limpio, que olía bien y con la cara somnolienta
en señal de pasividad. El colegio que después de un par de horas parecía
fomentar en cada individuo una energía casi que animal, generaba tales ansias
que el descanso era una oda al sueño de libertad Francés y en medio del desenfreno
se cometían algunas atrocidades (igual que en la revolución francesa) que
tiempo después serian perdonadas en nombre de la causa (igual que en la
revolución francesa) los pantalones rotos, las camisas desgarradas, los morados
en las piernas, los chicles en el pelo, los zapatos pelados y las caras sucias,
todo en pro de lo que los sicólogos actualmente denominan desarrollo de la
personalidad a través del juego, y al final del día? todos tan contentos: los
padres por que el niño esta amañado en el colegio, el niño por que esta
aprendiendo y yo, bueno yo porque en medio de todos estos recuerdos que me
encontré sin pensar he reído hasta el cansancio y me he dado cuenta que los
tiempos, eran tiempos aquellos cuando los cuadernos tenían hojas amarillas…
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