Verde era de esos niños callados que prefieren una esquina
solitaria y la compañía de un libro que la algarabía típica de los críos de su
edad, había sido abandonado a las puertas del orfanato a muy corta edad y desde
de ese momento ya era notorio su carácter cerebral y tranquilo; No lloraba a
pesar del frio, del hambre o de la desolación, nunca se quejaba y jamás
maltrataba a sus compañeros, todo pasaba por su pequeña cabeza siendo sujeto de
análisis, conocía las rutinas de todos, sabia que le gustaba a Diana la
pelirroja que cantaba sin cesar, sabia que Bernice siempre mentía de una manera
descarada, sabia donde escondía los chocolates que le traía su enamorado la señorita Martínez (la administradora de la institución)
y sabia, sobre todo sabia, que Helena tenia los ojos mas hermosos que nunca
había visto, que seria capaz de vivir en esos ojos por siempre si ella se lo
permitiese y que cada vez que la miraba se perdía en su profundidad olvidándose
de todo: incluso de su abandono. Pero Verde
jamás seria capaz de preguntarle, de invitarla a caminar por el patio de recreo
y de compartir sus secretos, siempre tenía un nudo en la garganta que le
atravesaba las palabras, una melancolía que lo inundaba y que lo llevaba a
perderse en infinitas preguntas sin respuesta que al final solo lo dejaban desolado en la mitad
de la nada.
Helena era una de esas niñas a las que todo les causa
curiosidad, siempre estaba dispuesta a aprender un poco mas, a pintar y a
preguntar “por que” hasta casi volver locos a sus interlocutores, gustaba de
jugar a la pelota, correr por el patio mientras sentía la brisa en la cara y
pintar con los dedos mariposas de mil colores que por lo general adornaban la
oficina de la señorita Martínez, su corazón piadoso la llevaba siempre a ayudar,
a ser amable, a regalar sonrisas sin medida y a siempre sentir un cariño
especial por un chiquillo llamado Verde, el cual se la pasaba solitario en las
esquinas del orfanato y aunque ya lo había descubierto un par de veces mirándole
nunca le había hablado (su espíritu curioso se concentraba en este hecho que no
dejaba de sorprenderla)
Esta tarde de verano la pelota nueva había rebotado por
todo el patio, los niños llenos de jubilo desfogaban su energía inventando
juegos cada vez mas inverosímiles, solo como
excusa para prolongar su estadía
en el frescor y no tener que regresar al
interior de la institución que ardía por la carencia de ventiladores, en medio
de la algarabía la pelota fue a dar a los pies de Verde quien leía uno de sus preferidos:
rin rin renacuajo. Sin pensarlo dos veces Helena se acerco para traer el
preciado objeto y tomando la pelota se decidió a hablar, después del saludo un
silencio eterno se apodero de los dos y sin mas que decir Helena preguntó lo
que desde tiempo atrás le causaba curiosidad? Por que no juegas como los otros
niños? Por que no hablas? Porque estas tan solo? Por que… por que… Verde petrificado,
palideció al escuchar las palabras de Helena y tomando apenas un respiro
respondió: lo único que quiero, es saber de dónde provengo
Helena que sabía mucho de pintura sin dudarlo le respondió:
Tú eres Verde, hijo del azul cielo y del amarillo sol, eres el resultado del
amor eterno entre tus padres que desde allá arriba te dan su calor. De repente
una luz nueva todo lo invadió y el mundo
que durante tanto tiempo estuvo detenido
empezó alegre a girar y los niños fueron niños de nuevo y todo retomo su color:
amarillo como el cabello loco de la señorita Martínez, azul como las mentiras
de Bernice , rojo como el pelo Diana y verde; verde como los ojos que en ese
momento lo miraban para darle la redención. Sin dudarlo un minuto, Verde tomo
de la mano a Helena y mientras caminaban de regreso al patio de juegos se
perdió en sus ojos para siempre vivir en ellos.
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