Un día aprendemos a hablar con los ojos: con el alma, con
las manos: con el corazón, e inventamos mundos para compartir; hechos de día a día,
un poco de sufrimiento quizá y un tanto de sonrisas, nos pintamos de colores y
hacemos de la vida un circo, nos salen alas y raíces y lagrimas de vez en vez; porque
ese es el amor, y nos llenamos de ganas, de fe, de ilusiones y construimos
castillos en la arena o en las nubes,
porque sin importar donde estén lo importante es tener algo a lo que podamos
llamar hogar, y en medio del idilio nos perdemos para al final darnos cuenta
que olvidamos dejar las migajas de pan y que el retorno al mundo real no será fácil,
esperamos de la manera más inocente que todo haya sido un sueño y que un mero
abrazo nos lleve de nuevo al colorido mundo que habíamos inventado.
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